09 noviembre 2006

La voluntad

Cualquier sitio es mi casa, voy donde sea conmigo y hago de tal lugar un templo para el lamento continuo. Las moscas siempre igual de pesadas, aquí y allá, y yo en cualquier parte con el mismo ansia, pero no está mal cambiar de vez en cuando de lugar para que aún con las neuras de siempre trate de diferente forma la manera de expresarlas. Aquí, donde ahora siempre, donde hace años ni en caer pensaba, hoy por hoy me resulta tan familiar como un segundo hogar, donde escribía mil cosas que a menudo enviaba para que quien las leyera quizás también contestara. Toda la mañana por delante en esta parte, sabiendo que estos son mis únicos aparatos, obligado a un horario que me impone disciplina, algo de lo que carezco a diario cuando me libero de la rutina. Y sé que la necesito, no a la rutina, hablo de disciplina, sin ella no soy nadie porque no son ideas lo que me falta, sino momentos para expresarlas, adaptándome al medio con una obligación que pretendería sagrada. Y me tengo miedo para cuando nada me obligue más que a derrumbarme cada mañana, pues sé que haré de la noche el día y el escenario posiblemente no cambie nada. Los rincones con telarañas, las paredes con nicotina, en la mesa marcas de alcohol, restos de marihuana y también de cocaína. El suelo con mil pelusas, cristales petrificados, no habrá comida, ni pinturas ni guitarras, no haré coladas, los muebles sin brillo alguno, no habrá visitas con tal futuro. Pasará un día, también otro y si sigo hablando del abandono me meteré en un pozo sin fondo, sin bolígrafo, sin papel, y sin apoyo duro. Esto es solo para salir del bache, para darme consejos como a un amigo. Ánimos que necesito para concienciarme de que nunca está todo perdido, ...de que nunca lo estaría mientras siguiera realmente vivo. He vuelto a visitar a la psicóloga con la que no me une amistad, soltando con rara confianza mis estupideces de siempre, las que controlo y descontrolo y de las cuales soy consciente sin caer en falsedad y no sé porque he vuelto ahí si ya sé lo que oiré. Será porque a veces se piensa que otros con suficiente paciencia cambiarían lo que solamente uno puede ver. Podría estar sentado en su sofá, analizándome a mi mismo, viéndome animal en decadencia y oyendo aun sin cinismo, que solamente yo me digo: ¿donde está tú voluntad?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu voluntad esta donde siempre,donde nunca quieres buscar y donde al final de cada dia regresas.
Sigues sin dejar que te quieran ,pero queriendo querer a toda costa.Mariconeando con la psicologa y haciendole guiños clandestinos , y no es su paciencia lo que la hace escucharte,sino su profesion,su medio de vida con el cual paga todo lo que necesita (al menos materialmente).Siempre has sido buen psicoanalista y te imagino ,alli en ese sofa o esa silla contandole tus obsesiones y tu otro yo diciendote,vanos estupido deja el lamento boliviano y tiratela!
Tu voluntad esta donde nunca debio dejar de estarlo :en ti,en ti niño precoz que sabes que lamentandote vas y vienes como animalillo herido buscando lo que no quieres encontrar.

gsmithsolo dijo...

Y años después, que todavía sigo de psicoanálisis, con una psicoanalista que jamás me "tiré" y ni siquiera pensé en hacerlo, que además no me solucionó nada en el cerebro, me pregunto quién coños tiene y lanza esa obsesión como si me perteneciera...