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...esto, ya no tiene sentido
29 febrero 2008
19 febrero 2008
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14 febrero 2008
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08 febrero 2008
La Guadaña
A veces las ánimas malditas parecen tranquilas... pero no es más que un disfraz. Hacen que uno se acomode, se calme ligeramente y al menor descuido aparecen con una guadaña tal que así.
No alarmarse es una “guadañatáfora”, de mentira, de las que te dejan vivo aunque jodido. Algún ánima sin escrúpulos me tendrá poseído y hace que siga deseando el infierno antes que esto.
No la vi venir (la guadaña) y me degolló el cuello como si tal cosa, mi cabeza rodaba calle abajo dándose contra las paredes, clavándose los quicios de los adoquines en la frente y en los piños, salpicando por todos lados gotitas de sangre viscosa y sonando “chak! chak!”.
Lo peor de todo no fue eso, lo peor es que seguía vivo y con un dolor excesivo en la garganta, del ardor de estómago me encontraba algo mejor.
Noté al resto de mi cuerpo buscándome por el mismo lugar, sin mi cabeza, dándose contra las paredes, clavándose esquinazos en el pecho en las rodillas y en los huevos. Mis huevos.
Me vi venir, de lado, e incluso llegué a recibir sin poder evitarlo un patadón propinado por mi mismo en la parte sesgada de mi cuello, justo en la nuez y saqué la lengua como un cerdo, esta se clavó en las espinosas zarzas de un jardín, seguí rodando dejándola a lo lejos y arrancada de cuajo. La lengua buscaba toda mi boca para seguir gritando y se movía por su cuenta dando toscos saltos como un sapo.
Mi cuerpo me seguía con el pie derecho directo al entrecejo como un certero futbolista y en esta ocasión llegué demasiado lejos, fui a parar a una afilada verja roñosa clavándomela transversalmente en un ojo y sacándome también el otro.
Uno quedó trinchado en una de las puntiagudas dagas de hierro, eso fue lo último que vio, y el otro rebotó en el suelo hasta ser aplastado teniendo como última visión la suela de mi propio zapato. Esta vez sonó “cruchszz!” Qué asco!
Recibí de nuevo otra fuerte patada, ya sin verla venir, vaciando totalmente por tal ostia todo el cráneo, y no sé donde fue a parar mi mente que me sigue doliendo cualquier cosa menos el cuerpo.
Qué karma más chungo este de la autoflagelación. Uno se castiga por pura inercia y no porque lo merezca. Tenía ganas de escribir algo así para darme cuenta de que poco a poco se va saliendo de ahí y que a veces vuelvo a sentirme entero.
No alarmarse es una “guadañatáfora”, de mentira, de las que te dejan vivo aunque jodido. Algún ánima sin escrúpulos me tendrá poseído y hace que siga deseando el infierno antes que esto.
No la vi venir (la guadaña) y me degolló el cuello como si tal cosa, mi cabeza rodaba calle abajo dándose contra las paredes, clavándose los quicios de los adoquines en la frente y en los piños, salpicando por todos lados gotitas de sangre viscosa y sonando “chak! chak!”.
Lo peor de todo no fue eso, lo peor es que seguía vivo y con un dolor excesivo en la garganta, del ardor de estómago me encontraba algo mejor.
Noté al resto de mi cuerpo buscándome por el mismo lugar, sin mi cabeza, dándose contra las paredes, clavándose esquinazos en el pecho en las rodillas y en los huevos. Mis huevos.
Me vi venir, de lado, e incluso llegué a recibir sin poder evitarlo un patadón propinado por mi mismo en la parte sesgada de mi cuello, justo en la nuez y saqué la lengua como un cerdo, esta se clavó en las espinosas zarzas de un jardín, seguí rodando dejándola a lo lejos y arrancada de cuajo. La lengua buscaba toda mi boca para seguir gritando y se movía por su cuenta dando toscos saltos como un sapo.
Mi cuerpo me seguía con el pie derecho directo al entrecejo como un certero futbolista y en esta ocasión llegué demasiado lejos, fui a parar a una afilada verja roñosa clavándomela transversalmente en un ojo y sacándome también el otro.
Uno quedó trinchado en una de las puntiagudas dagas de hierro, eso fue lo último que vio, y el otro rebotó en el suelo hasta ser aplastado teniendo como última visión la suela de mi propio zapato. Esta vez sonó “cruchszz!” Qué asco!
Recibí de nuevo otra fuerte patada, ya sin verla venir, vaciando totalmente por tal ostia todo el cráneo, y no sé donde fue a parar mi mente que me sigue doliendo cualquier cosa menos el cuerpo.
Qué karma más chungo este de la autoflagelación. Uno se castiga por pura inercia y no porque lo merezca. Tenía ganas de escribir algo así para darme cuenta de que poco a poco se va saliendo de ahí y que a veces vuelvo a sentirme entero.
06 febrero 2008
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