En los oídos un pitido que me impide escuchar, perdí vista por mirar demasiado, gusto por tanto fumar, olfato por lo mismo o por cualquier etupidez igual, quizá sólo me queda el tacto y todavía aprender a…tocar.
Confuso sin controlar el sentido que calme la sed del espíritu, ese que se cuestiona y sólo debe existir mientras se está vivo. Llegar a entender algo, si es que puedo con la mente, la que ahora le cuesta con los cinco, la que pretendí que podía agilizar desde el sexto, al infinito.
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