...vengo de ver las estrellas, pues según cerraba por dentro
la puerta, he visto el invierno al momento y no he querido desaprovechar el
panorama, así que apagué las luces y me tumbé a verlas, pensé que aparecería
algún fantasma y todas esas cosas, cosas que pasan en una de esas situaciones tenebrosas, pero sólo pasó que el infinito estaba servido en lo alto, sin molestias
cervicales, tumbado, con el cosmos de frente viendo de repente alguna que
otra estrella fugaz que se pierden porque se salen del mapa, mientras la sombrilla, recogida pero en movimiento, por el
viento, parecía que en cualquier momento se quitaría el disfraz y aparecería
debajo un fantasma en toda regla dispuesto a asustarme como es debido, absorbiéndome
con colmillos y cadenas, con manos levantadas y "ues" onomatopéyicas troqueladas, así, en blanco, contrastando con la noche templada y negra. Ese era el escenario, mis pensamientos puestos
en cómo describirlo y sin posibilidad de disfrutar del universo. No pasó nada, ni
siquiera pasaron las estrellas que se quedaron hasta que decidí dejar de provocar
a los espíritus con tanta ilusión extraña y levantarme al tiempo que buscaba la calma, sólo porque
la mente funciona como le da la gana.
No fue el miedo, fue el ansia.