Ahí están, erguidos unos, tumbados otros, también en sus sarcófagos o colgados comiendo polvo, ocupando un lugar que podía estar simplemente vacío, son como amigos a los que ya no llamas y algo de amistad se va perdiendo si dejas de intimar, pero en este caso, están a mis espaldas y no suelo hablarles, tampoco parecen contentos en mis manos, cada vez estamos más lejos del deseo, me resultan ásperos y complicados y ellos por su lado aguantan estoicamente su sitio condenados además a un uso mediocre.
Es una especie de afición desde chiquitín, la música, la pintura, cosas así surgieron innatas seguramente como terapia para aliviar alguna dolencia imperceptible entonces y acentuada con el paso del tiempo, siempre poder echar mano de algún tipo de expresión como antídoto al suicidio.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario