No sabría explicar cómo es, pasar, estirar el brazo, y coger,
ni sé hasta qué punto está mal, pues de donde hablo las cerezas cuelgan libres,
sin verja que las proteja ni cartel que lo prohíba, aunque supongo que no es
legal, no planté el árbol, ni siquiera lo regué, lo peor es que en un par de
semanas o tres, empezaré a ver esos dulces corazones desperdigados por el
suelo, machacados y pisoteados sin dar opción a morder y sentir como su dulce
sangre me llena la boca.
Aprovecho ahora
y me lleno los bolsillos como si de un tesoro se tratara, saboreo el elixir natural
por estar en el momento y en el lugar adecuados. Preferiría poder disfrutar, pero
con frutar me conformo.