La cuestión es que nos echamos de menos, una falta de
control cerebral que aún sabiendo que está mal no es más que costumbre, pero...echamos
de menos.
Mi cerebro me permite escribirlo, quejarme, mientras se ríe de
mí confortablemente tumbado en el cráneo, ahí le veo fumando y envenenándose
plácidamente, dueño poderoso de cada uno
de mis actos, únicamente alerta por si pretendo conseguir olvidarme.
Me falta ese alimento al que soy adicto, aunque seguramente
no lo necesito, mi cerebro emite una película de lo que podría ser, la estoy
viendo en tecnicolor, me convence...y lo
sufro.
Ahora me dejaría llevar, si todo fuera como imagino todo
estaría preparado para un viaje a cualquier parte, un viaje alegre, interminable,
divertido...acabo de dar al stop en la película pues mi yo débil también me
quiere mostrar otra, la real, la que no quiero imaginar.
La cuestión es que nos echamos de menos, con ella siempre gana
el cerebro.
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