Me gusta que
me toquen así el pelo, pasando la yema de los dedos con la presión justa, en
tan corto recorrido y con diversos paseos, sólo el que ocupa una mano, desde el
cuello al cogote y desde el cogote al cuello o de una oreja a la otra y con cierta
suavidad, puedo sentir lo mismo que este gato confiado.
No recuerdo
haber viajado fuera de mí, astralmente o algo así, estoy a un tanto
por ciento sujetando el alma con el cuerpo, hasta el momento no soy el uno sin el
otro y la verdad es que podría pensar que mi cuerpo está servido, pero además
de sentir gustito en el cogote me enloquece que me tienten el cerebro.
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