20 junio 2015

4:28

No hace falta música, me digo antes de encender el equipo, debo ahorrar energía y el silencio es algo a lo que estoy acostumbrado cuando quiero pensar detenidamente todo lo que pienso por pensar, sin interrupciones anímicas a causa de sensaciones acústicas que siempre me desvían, creo que quiero ponerme a trabajar y cualquier cosa que no sea una luz tenue y un silencio absoluto, sería un impedimento para intentarlo.

Ya es tarde, o no, dependiendo de cuál sea la hora adecuada para escribir y quizá sea esta, después de todo siempre estoy cansado, es algo que voy a tener que soportar para el resto, así que habrá que acostumbrarse a ese peso que antes no me preocupaba. Creí que con tumbarme un rato sería suficiente, pero uno, ya, siempre está cansado y si pienso en descansar no puedo escribir de lo que me apetece saltar.

Tampoco podría hacerlo si fuera dueño de mis deseos, mis deseos tienen otra prioridad, así pues no me queda más que adaptarme a lo que tengo, conformarme y poner la energía en un sucedáneo de tal gusto, descargar el amor y los besos exclusivamente en mí, compartir únicamente conmigo lo que podría llegar a dar, dar a  entender con libertad el orden de algunos deseos o el desorden que conlleva toda esta realidad.

Esto que ahora cambiaría por lo que pienso que es lo que quiero, es lo que deseo cuando lo que quiero se pone a la cola para volver a hacerse desear. Tengo todas las estrellas ahí afuera, el último cigarro me lo voy a fumar con ellas, sea la hora que sea. Hace un tiempo cojonudo y mañana es la noche más corta, dejaría que se parara el tiempo con esta brisa caliente y dejara para siempre todos los deseos más o menos pendientes.

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