04 agosto 2020

demasiada luna

Demasiada luz desde la pantalla de este ordenador, demasiada oscuridad alrededor, aun con esta luna, la que entorpece tanto mi bombilla interna, pero al menos salí al porche, al frescor de la noche, salí de mi jaula abierta para comprobar que existe el mundo aun sin nadie en su interior o en la superficie mejor.
Una brisa muy agradable acaricia mis rodillas, también mi espalda, hasta oigo un grillo tras de mí, demasiado cerca, ya sé que hay más de mil, entre las cuatro paredes no pasa y más con esta audición tan pobre, los muros los pongo yo, la claustrofobia es hacia adentro y con lo que me aburre la poesía, lo cuento.

El caso es que he cambiado de lugar, a uno abierto y me creo que salí de vacaciones cerca del mar, por ejemplo, alquilé un casoplón, con piscina, por si todos los días no quisiera nadar en esas playas desnudas del Mediterráneo o quizá del Atlántico, por ejemplo también.
Me traje esta música seria y apabullante que tanto me gusta, soy incapaz de esos inventos para escucharla sin tenerla en las manos, sin palparla, así amortizo los cedés. Ahora, mientras mis sentidos se relajan, (siempre D. S.) me parece oír también, unos metros más abajo, el constante mantra de la marea. Nada original, pero busco inspiración, para eso estoy aquí, en este mundo.

Me quise venir solo, necesitaba tiempo para mí, pisar la fina arena de la playa y lijar mis talones masacrados por el duro cemento de ese mausoleo que poseo, de los chinarros sueltos, de los pinchos secos.
El día da para mucho, algunas mañanas vuelvo a comprobar la fuerza suave del agua en mis pies tan castigados, salgo a pasear, a pensar mirando hacia un horizonte borroso, a luchar sin tregua con la temperatura que pretende anularme y en un movimiento incierto pero predecible, me vuelvo invisible y el mundo se queda del todo vacío.

No hay comentarios: