16 enero 2007

En la ducha

Bajo la lluvia caliente de la alcachofa de la ducha, encuentro el mejor sitio para soportar la otra lluvia, la de los ojos. Un gasto de líquido casi inconfesable aunque no inútil, en el que reacciono estático mediante un caleidoscopio mental que pasa factura del mal trago. Bajo la lluvia caliente de la alcachofa de la ducha y apoyado en baldosas heladas, relajo mis músculos vitales pero no puedo con los oculares. Esa revancha natural que ilumina toscamente aquel mal paso o aquel paso equivocado. Bajo la lluvia caliente de la alcachofa de la ducha, aparece el arrepentimiento que canjeo por extravagante aprendizaje. Consciente de tal frustración siempre consigo flotar, con seguridad por la crueldad al machacarme. Bajo la lluvia caliente de la alcachofa de la ducha podría estar hasta ahogarme sólo por desahogarme, empaparme bien para lograr secarme, para soportar de por vida y con motivos tanta humedad inagotable.

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