21 mayo 2008

Atmósferas

Alguna vez soñé que respiraba bajo el agua. Era eso, un sueño. La sensación de ver fondos marinos mientras daba bocanadas de aire con la cabeza hundida en lo más profundo de la almohada me hacía notar que estaba realmente soñando.

Ahora me dispongo a probarlo conscientemente, y después de un par de inmersiones en el agua clorada de una piscina, veo que es bastante menos arriesgado en sueños. Tanta parafernalia encima sustituyendo la cómoda desnudez a la que estoy acostumbrado cuando me doy un chapuzón, ese agobio burbujeante de la respiración mordiendo una goma y la presión de la máscara aplastándome las narices, hacen que me brote la adrenalina que motiva el riesgo. Confieso que estoy un poco acojonao pero en dos días saldré de dudas de si mereció o no la pena, aunque si no la mereció es porque no salí de esta. Fliparé con seguridad y si consigo alguna foto de tal aventura ya la meteré por aquí. No creo que el móvil aguante a dos atmósferas, además no es sumergible, así que espero que alguna sirena haga la instantánea y me la envíe desde las profundidades.

En esta ocasión la foto que acompaño no es mía.
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