07 enero 2017

Diario de a bordo

Hoy me dio por cercenar mi reino, el de mi barco, ayer el de mi cráneo, estaba yendo a la deriva según el viento y con mucho frío aquí adentro los mástiles han caído sin ponerme resistencia.

Con ellos haré leña para calentarme en este océano maldito, con mi cabello haré un conjuro entre las llamas pues el año ha empezado con un dolor gratuito, un virus que me enferma y contra el que me dispongo a luchar sin tregua, aunque también sin fuerzas.

Después de cuatro días la fiebre no cesa pero ahora me meteré en mi bodega, con las puertas cerradas acabaré con el ron y dejaré que el sudor amargo de mis poros acabe con tanto mal al que me expuse confiando en los avatares del tiempo.

No olvidaré este vendaval.

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