Y caminando
me topé de nuevo con el tanatorio del pueblo, un lugar sencillamente desagradable
en el que no me había planteado la posibilidad de acabar, incluso con unos
cuantos años viviendo en la zona y habiéndolo visitado en más de una triste ocasión,
lo veía demasiado ajeno, ni siquiera me lo planteaba, pero la realidad es más
triste aún, porque mientras siga viviendo por aquí, existen muchas posibilidades
de ser un futuro inquilino con una reserva de ciertas horas de algún día que no
quiero asumir.
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