29 marzo 2007

Ellos. Nuestro futuro.

Les haría una foto si tuviera con qué, pero lo describiré según lo veo y sin cámara en mano. Sentados en un banco bajo el sol, uno apoya sus manos sobre el bastón, la barbilla sobre estas, gorra plana, no boina, y gafas mirando a veces al reloj, creyendo quizás que le espera alguien o que posiblemente llegará tarde a ningún lugar. Otro parece jugar con su bastón, acariciándolo inconscientemente a modo de falo, su mano derecha lo coge con sabiduría y lo rebota levemente contra el suelo, con la izquierda amortigua el golpe y acaricia la empuñadura dándose con seguridad un placer en la palma parecido al que recibiera cuando fuera bebé mientras exploraba sensaciones. Bosteza y deja ver su falta dental, como cuando fuera bebé. El tercero sencillamente con sus piernas cruzadas mirando al infinito, pensando para qué pensar mientras piensa en qué pasará cuando tenga que pasar. Esperando tal vez a comer en casa de algún hijo, o en otro hogar, en el del pensionista quizás. Hacen tiempo para la regresión y no parecen tenerle miedo a nada, aunque en sus gestos no haya una sonrisa, más bien tristes las miradas, entre arrugas y ceños fruncidos, señalando con el bastón cuando algo les da motivo. Con sus gestos y posturas parecen darle a Darwin la razón, quizás la pérdida de memoria haga de la regresión la eternidad, quizás no me de cuenta de lo que sienta cuando me toque llevar a mí el bastón, o quizás lo sienta tanto que me decida a dejar entonces el bastón y por fin pueda volar.

No hay comentarios: