31 marzo 2012

Un árbol por debajo

El río baja sin ganas, como sin querer y donde todo brotaba, después de tantos años viniendo, sólo retengo este último pasado, no quiero asomarme un poco más abajo, donde me atrae el morbo de hacerlo y donde ya pasó lo mismo que ahora mismo estará pasando, sólo que un poco más lejos.
A la sombra aún corre el aire fresco, es la primavera de marzo, al sol tendido acabo de ver un lagarto, con mi sombra en una piedra y la otra en lo alto, expuesto a soltarme en llanto donde rehusé un beso que no ha dejado de turbarme el corazón, llenándome la mente de altibajos.

El río baja sin fuerza, no ha arrastrado nada, todos los recuerdos se han quedado en los charcos, mejor no volver por aquí a lo largo del verano, lo dejo todo como estaba, siempre lo hago, procurar no dejar huella, pero ahora con más razón que se ha quedado todo estancado,
Mejor me voy a casa, que los recuerdos de allí los tengo más o menos controlados, aquí, entre los buenos y los malos, me ofrecen una regresión repleta de melancolía, clavándome en un triste recuerdo como el bonsái de un pino a una roca,  como la muerte a la vida, o como mi lengua en mi boca.

El río ni siquiera baja despacio. Los manantiales se agotan. No vendré ni a por moras siquiera, las más dulces del planeta, las más gordas, el tesoro que parecía más preciado este año seguramente será el tesoro más amargo. Así es un pájaro sin alas, o quizá un árbol por debajo.

 

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