Va apareciendo de la misma forma que se va ocultando, dolor aparte. Se tiene un encuentro, un roce, una pincelada suave, luego otra más determinante, un momento álgido, una locura a la que no se le debe echar más tinta, pero se intenta y termina cayendo un borrón, una mancha fulminante.
Se prueban parches y métodos para contrarrestarlo, finalmente se deja el papel al lado, de no tirarlo, el borrón con el tiempo se olvida teniendo más papeles donde volver a intentarlo y que a la vez se irán emborronando, de no quedar amarillentos y anticuados.
Y se olvida, se cae en el olvido hasta desaparecer y despreciarlo por completo, hasta quedar totalmente arrinconado que es lo mismo que tirarlo.
La vida es tan interesante como indiferente, dolor aparte.
La vida es difuminante.
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